Tengo un sueño liviano, pero aquella noche, no se, me fui a dormir sobre las dos de la mañana, estaba nervioso, pero no nervioso de no poder estar sentado, estaba intranquilo, ansioso.
Habia sido un dia terrible.
Era una noche poco pacífica, muy poco apacible, los arboles se tocaban los unos con los otros, como si hablaran en un lenguaje de gestos. El sonido de las hojas y el viento, ese viento extraño, que no era un viento que admites, que entiendas, era un viento cuasi irreal, un viento extraño, movido por algo que no parecía normal.
El tintineo de la ventana moviéndose, los sonidos de los resquicios de la ventana, que le otorgaban vida. Era patrimonio del insomnio. Pero sin darme cuenta cai en el sueño.
En un parpadeo, me despertó un clinc de cristal roto, asustado me incorpore, hacia frío, demasiado, frío, me sentí realmente incómodo, miré a la ventana, el cristal estaba intacto.
Mire el reloj, eran las 3.03 de la madrugada, solo había dormido casi una hora, de pronto sentí como un cristal roza con otro cristal, me giré y era el espejo que me lleve de casa de mi abuelo, saltaban minúsculas esquirlas mientras el cristal se movía ondulandose.
Y una espantosa y lejana voz se quejaba y lloraba, desde lo mas profundo de la habitación.
Las tres de la mañana es lo que tiene.
©Javier Sánchez 2019