Capítulo 1
Baker Street
Corría el año de nuestro señor de 1888 o algo así. Estoy aquí, en este año, por un error de cálculo temporal. Inicie un viaje con una máquina del tiempo que me compre en «Armazon Premier Plus Pro» y caí aquí, oye que yo quería ir al año 1969 para ver a los Beatles en la azotea y como siempre me pasa metí la pata. Aparecí, tampoco muy lejos de allí, en Baker Street, a la altura del 221B. Una curiosidad sobre el nombre que le pusieron a esta calle es que fue gracias a una canción de un trovador llamado Gerry Rafferty, ojo que la misma canción se utilizó para un anuncio de la tele de un tabaco llamado Fortuna, veneno puro el tabaco ese, bueno que de ahí el nombre.
Pues eso, cuándo llegue a la puerta de aquel edificio, me detuve a observar la fachada, preciosa de veras, me fijé que en la puerta de acceso al vestíbulo de la finca, al lado de los llamadores había un cartel que ponía, en un idioma raro por cierto:
«Housekeeper wanted.
Doctor wanted, but his name is Watson.
Or something like that.»
Vamos que buscaba un ama de llaves y un médico que se tenía que llamar Watson. Si o si.
Entré en el edificio y salió a recibirme un pavo raro que iba en pijama de rayas rojas y tenía un violín en la mano. Despeinado y con un halo que parecía como si fuera colgado. Tal vez era la botella de whisky que llevaba en la mano me dio la pista. Vamos que iba más colgado que un teleférico.
– ¿Que desea señorita?
Yo flipaba con el tio, pero le seguí la corriente.
– Pues vengo para el empleo de ama de llaves. Mi nombre es Agatha Cristie.
– Lo siento señorita, el puesto ya está ocupado por una señora mayor, fea como un pecao, aunque puede ocupar el puesto de médico, se llama usted Watson?
– Si señor, Doctor Nelson María Watson de todos los Santos, de los Watson de toda la vida.
– ¿Es usted médico por casualidad?
– A ver si estamos más atentos si, he dicho doctor, casualmente soy médico, médico proctólogo.
– Pues está usted contratado porque me cae bien y coincide el nombre y profesión. Pase señorita por favor.
– Gracias es usted muy amable y soy señorito, que lo sepa.
– El sexo carece de importancia caballero.
– Pos vale.
El pavo este creía que yo era médico, nada más lejos que Mordor, que está a tomar por culo de la comarca, pasando por Rivendel. Soy ebanista de asientos de carros de combate, lo que pasa que en mi país no hay trabajo y he tenido que emigrar aquí a Londres, la hermosa capital de Nueva Zelanda.
El despeinado me miró fijamente. Y paseando con un monóculo en la mano iba gesticulando y analizandome.
– Usted no es de aquí, es usted Italiano o húngaro, ha trabajado o trabaja en una oficina de abogados, más que nada por la citación que le asoma por el bolsillo de su chaqueta.
Ya ves, el payaso que no había dado ni una, el papel era una carta de mi amada Sian, aunque ella realmente no me quería, solo le caigo bien, pero eso es harina de otro árbol como dice el refrán arabe. Menudo lumbreras.
– Cierto caballero. – le dije – ha acertado de pleno en todo.
– Lo sé, los humanos superiores semos asin. Ha vivido usted en Canadá, más que nada por el acento. Siiiii, si, si, siiiii, por el norte de Toronto o algo asi
Dijo el pavo con tono petulante. Estaba a punto de meterle una guantá en toda la cara, pero me contuve.
Será por mi acento barcelonés – pensé para mí adentros interiores – que se parece un montón al de Toronto.
– Es usted un lince señor Holmes. – le comenté al colgao.
– Gracias Watson.
– Llámeme Nelson por favor
– Bien, pues gracias Nelson por favor
– No, no me ha entendido, mi nombre es Nelson, solo Nelson.
– Curioso nombre, Es capicúa ¿Lo sabe usted no? Nelson Solo Nelson, de acuerdo. Pero mejor le llamará Whatson que suena más inglés.
– Pues vale. Como usted quiera.
Madre mía ¿Y este era el cerebro más privilegiado de Nueva Zelanda?
– Mire Watson yo soy detective privado y resuelvo los casos mas complicados del crimen en Inglaterra y parte del extranjero.
– Pues vale señor Holmes, cuando empezamos .
– Ya mismo, he recibido un mensaje de Scolan Yar que me piden que les ayude en un caso de un vecino sirio que mata a prostitutas en un barrio que no he entendido donde está.
– ¿Vecino? ¿No será asesino? Y ¿Sirio? ¿No será en serie? ¿Un asesino en serie?
– Mmmmm. Pos va a ser eso que usted dice Whatson un palomino en serie.
– Asesino, señor Holmes, asesino.
– Eeesooo.
– Señora Hudsoooooooon!!!! Prepare la fiambrera que nos vamos a Sconlan Yar y no veniremos a comer.
– Si señorito Holmes.
Apareció la ama de llaves, joder era igual que la mujer de color de «Lo que el viento se llevó», por eso me sonaba el acento.
– Señorito Holmes , le pongo fabada o fish and chips.
– Mmmm mejor fabada señora Hudson
– Lo que usted mandé señorito Holmes.
Yo estaba alucinando. Holmes dijo.
-Vamonos Whatson, nos espera el inspector Mcartney en el depósito de cadáveres, que estaba situado en Penny Lane Street.
– Vamos señor Holmes, pero creo que no tenemos que ir allí todavía.
– ¿Como que no?
Salimos a la calle, ya estaba en la puerta un carro de caballos de color negro feísimo y un cochero más feo todavía. Holmes le dijo:
– Conductor, vamos a Scolan Yar..
– Será a Scotland Yard señor.
– No, a Scotland Yard Señor no a Scolan Yar
Intervine y dije al conductor:
– Se refiere donde están los maderis de aquí, pero espere que ahora le digo dónde vamos.
– Si señor.
– Pues eso es lo que he dicho – dijo Sherlock.
– Tranquilo señor Holmes, ya nos vamos y no tenemos que ir a Scotland Yard, debemos de ir a la calle Dunward Street, en Whithchapel.
Como vengo del futuro, como la de la.lejia, pues ya se lo que debia de hacer.
– Pues eso, vamos a la calle De un Bar en Black capel conductor.
– Disculpelo – le dije – vamos a Dunward Street, en Whithchapel.
– Pa’lla que vamos.
Acababa de iniciarse una aventura épica, entre el famoso Sherlock Holmes y yo. Aquello no tenía precedentes. Tal vez porque yo no debería de estar allí, todavía faltaban 80 años para que yo naciera. Tenía que pensar en no alterar el tiempo ni nada de lo que sucediera.
En el próximo capítulo seguirá está trepidante aventura.
© Javier Sánchez enero de 2023