Esencia

Mi admirado Peter Gabriel. Le sigo desde hace décadas, músico excelente y algo que perdura en su persona. Este es un vídeo que recoge su esencia desde 1978 hasta el 2013. Esa esencia. Treinta y cinco años entre unas tomas y otras, tres décadas, nada más.

En este vídeo se observa muy nítidamente que es la esencia de una persona, en este caso de un artista, algo que va más allá de la juventud, del físico; con pelo, delgado, calvo, más grueso, más edad, pero si os fijáis detenidamente perdura la misma sonrisa. Todo ello acompañado de la genialidad. A su genialidad como músico, pero, de veras, realmente no hace falta ser genial como él para conservar tu esencia vital. Solo saber que la tienes y si te miras al espejo la verás.

Gracias a todos por leerme durante estos años y con ello enseñarme que es la esencia, mi esencia, al margen de mi ángel, Sian, que cada día me lo dice.

Escuchad y observad.el video y me contáis.

Gracias

© Javier Sanchez junio de 2022

Noche de San Juan

Noche de San Juan, noche de hogueras, petardos y cocas. Vino y limonada.

Días de San Juan, cuando de pequeño por casas íbamos a pedir leña.
-Señora Joana ¿Tiene madera para esta noche?
-Si hijo, pasa y coge las sillas viejas que ya no las quiero
-Señora Juana, muchas gracias.
-Con dios hijo y dale un beso a tu madre.

Noches de San Juan, cuando papá y mamá vigilaban, con la manguera y decenas de cubos de agua para que el fuego no se nos fuera de madre. Ellos, sentados entre vecinos y amigos y nosotros corriendo entre toda la gente del barrio. Y corriendo a buscar a mamá para que nos diera un poco de coca y un refresco.

Noches calurosas, de calor en la cara de la gran hoguera, de petardos que te asustaban y después los reías. Noches de verbenas, banderitas sin malas intenciones, música y gritos.

Noches de San Juan, de esas que todavía tengo grabadas en mi mente. Noches de ver a mis padres riendo con los amigos de la manera más pura que sale la risa cuando el sufrimiento se calma.

Noches de San Juan, como esas, ya no las hay.



© Javier Sánchez junio de 2022

Nit de Sant Joan

Nit de Sant Joan, nit de fogueres, petards i coques. Vi i llimonada.

Dies de Sant Joan, quan de petit per cases anàvem a demanar llenya.
-Senyora Joana Té fusta per a aquesta nit?
-Si fill, passa i agafa les cadires velles que ja no les vull
-Senyora Joana, moltes gràcies.
-Amb déu fill i fes-li un petó a la teva mare.

Nits de Sant Joan, quan el pare i la mare vigilaven, amb la mànega i desenes de cubs d’aigua que el foc no se’ns anés de mare. Ells, asseguts entre veïns i amics i nosaltres corrent entre tota la gent del barri. I corrent a buscar a la mare perquè ens donés una mica de coca i un refresc.

Nits caloroses, de calor a la cara de la gran foguera, de petards que t’espantaven i despres els reies. Nits de revetlles, banderetes sense males intencions, música i crits.

Nits de Sant Joan, d’aquelles que encara tinc gravades a la meva ment. Nits de veure els meus pares rient amb els amics de la manera més pura que surt el riure quan el patiment es calma.

Nits de Sant Joan, com aquelles, ja no n’hi ha.

© Javier Sánchez juny de 2022

La sombra del monstruo.

El anciano, estaba en el quicio de la puerta e su casa, se apoyaba en el bastón, lentamente se aproximó a la antiquísima silla de suelo de mimbre, herereda de su padre, miraba al cielo, azul, simplemente azul. Delante de la misma puerta de la casa, a unos metros, nacía una pradera, de hierba verde, preciosa, a él le parecía precioso aquel verde. En aquel prado correteaban dos caballos, sus dos caballos, arriba y abajo, revolcándose por la hierba, al medio día siempre lo hacían.

Un poco mas lejos, al fondo, muy al fondo de la pradera verde, se veía una carretera, pasaban los coches, camiones, autobuses, motos, un ruido sordo, cuasi imperceptible, acompañaba el paso de cada uno de ellos.

El abuelo siempre intentaba evitar aquella línea de visión que se movía y alzo la vista hasta la lejana colina. El sol ya estaba en el lo alto del cielo; hora de comer, se dijo. Y entró en la casa, la casa de sus padres, con olor a casa, a aquel pan antiguo, a su esposa, al talco de sus tres hijos, que ya partieron a hacer su vida. A recuerdos. Todo eran recuerdos de una vida.

Termino de prepararse las verduras de su pequeño huerto, las calentó en la desvencijada olla de color rojo. Olía toda la casa a patatas y espinacas, a leña y madera vieja. Una casa.

Las sirvió en el plato de duralex, de aquellos de color caramelo, le encantaba aquel plato, solo le quedaba ese, le recordaba a Gloria, su mujer. Temblaba que llegara el día que se le rompiera.

Bebió de un trago el vasito de vino, a sus ochenta años, es lo único que bebía, un vasito para comer y uno para cenar. Se sirvió y tomó un café y salio al porche de nuevo a su silla. A contemplar sus tierras. Sus dos caballos y su riachuelo, cada día mas seco, por cierto.

Poco a poco, se iba tapando el sol y la sombra rectangular comenzó a cubrir sus tierras, sus dos caballos y su riachuelo, cada día mas seco y mas marrón. La sombra casi cubría la mitad de sus tierras.

Entró de nuevo a casa y cogió los dos aparatos para oír, se los puso y el mundo empezó a gritar socorro. Salió al porche y miró detrás de la casa. Y observó con tristeza el monstruo de cincuenta pisos que habían construido a cuatrocientos metros de su casa y de sus tierras.

Bajo la cabeza, negando, se sentó en su silla y volvió a quitarse los aparatos. Volvió la calma y volvió a mirar a sus caballos como pastaban tranquilamente.

Se sirvió otro café, y lo puso en la mesita, a lado de la silla y cerró los ojos, tal y como un día se le cerraron los oídos. Pensó, estoy tranquilo y a salvo siempre que mire al este.

Y quedo adormecido, en la silla de mimbre, apoyado en su viejo bastón. Mientras el monstruo oscurecía su mundo un día más.

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©Javier Sanchez 2020

Procedencia vital

Eran tiempos de los veinte años, tiempos de los amigos en directo, tiempos de palabras, de gritos, de risas, de una juventud arrasadora. Rompedora, fiel, leal. Si no llegas tú llego yo.

Tiempos de vida, piel a piel. De llamar por teléfono, a ver si estaba. De verte casi todos los dias. Había una intuición, un sitio, unos amigos que allí estaban. Siempre. No hacía falta la ubicación exacta. Ya estaba consensuada entre todos.

Tiempos de amores, de silencios de aquellos amores, de amores cada hora, de cada semana. Tiempos de preparación y trabajo, de las dos cosas a la vez, trabajar y estudiar, de fines de carreras. De fines de semana. De novias y novios, de besos. De sana amistad. De respeto a la amistad por encima de todo, de grupos de amigos, de un par de decenas de amigos y amigas, conociendo cada problema y cada risa. Virtud y defecto. Cada viernes, cada sábado y después cada dia. Nunca solo, nunca silencios, el don de la palabra, el imperio del dialogo.

Época aquella, dorada, época de la de los que ahora hemos sido capaces de adaptarnos y aprender como el que más de las nuevas tecnologías, cada día y día a día. Con el esfuerzo de la generación que, aún hoy, debe de reciclarse cada día, y

estudiar. De la generación que, todavía hoy, descubre amigos, que aprende de sus amigos. Que es capaz de todo, treinta y muchos años después.

Que es capaz de dejarse llevar a la felicidad sin poner trabas, sin condiciones ni postureos, los que se niegan a envejecer

A los que la musica les atrapa en sus redes y no los suelta. Los capaces de reconocer una canción con las cuatro primeras notas. A los que esa misma canción les corta la respiración. Los que son capaces de enamorarse de nuevo, sin sonrojarse, sin que la edad sea un problema.

Soy de aquéllos que vienen de los tiempos que dejaron un reguero de muerte, drogas, delincuencia, no fue fácil, nunca fue fácil, esa época, que muchos subestiman y algunos admiran como una época dorada, ni lo uno, ni lo otro.

Época de reubicaciones, de política parlamentaria, de fachas, de verdaderos golpes de estado, de grises, todavía, de porras de acero, de protestas por la subida del pan, del transporte, de volver a casa con algún morado que otro y algun llanto que otro. Tiempos de ejercito a la fuerza. De militares franquistas. De tiros en la nuca. De dos cadenas de televisión. De nada y de todo.

Eran tiempos, esos tiempos de los cuales procedo, tiempos que forjaron mi vida, mi forma de ser, mi cultura y mi educación.

Mi apreciación actual de la vida, procede de aquellos bellos y duros años, de los cuales, estoy orgulloso de haber vivido y sobrevivido, por que, repito, fue bello, natural, impactante, revolucionario, pero también fue duro, muy duro.

De allí vengo y muchos conmigo.

De alli soy.

©Javier Sanchez 2019

Las puertas del infierno

Pasee por la puerta del infierno en la tierra. Y respire sus vapores, blancos, negros y rojos. El espanto se apoderó de mí. Pisé donde vivió el horror calculado, milimetrado. Y lloré en una esquina.

Tenía mis convicciones sobre la maldad humana.

Pero, ahora, ya no entiendo si la maldad es la ausencia de la bondad o la maldad es un terrorifico estado puro.

© Javier Sánchez 2019

Fotos

© Javier Sánchez 2019