Eran tiempos de los veinte años, tiempos de los amigos en directo, tiempos de palabras, de gritos, de risas, de una juventud arrasadora. Rompedora, fiel, leal. Si no llegas tú llego yo.
Tiempos de vida, piel a piel. De llamar por teléfono, a ver si estaba. De verte casi todos los dias. Había una intuición, un sitio, unos amigos que allí estaban. Siempre. No hacía falta la ubicación exacta. Ya estaba consensuada entre todos.
Tiempos de amores, de silencios de aquellos amores, de amores cada hora, de cada semana. Tiempos de preparación y trabajo, de las dos cosas a la vez, trabajar y estudiar, de fines de carreras. De fines de semana. De novias y novios, de besos. De sana amistad. De respeto a la amistad por encima de todo, de grupos de amigos, de un par de decenas de amigos y amigas, conociendo cada problema y cada risa. Virtud y defecto. Cada viernes, cada sábado y después cada dia. Nunca solo, nunca silencios, el don de la palabra, el imperio del dialogo.
Época aquella, dorada, época de la de los que ahora hemos sido capaces de adaptarnos y aprender como el que más de las nuevas tecnologías, cada día y día a día. Con el esfuerzo de la generación que, aún hoy, debe de reciclarse cada día, y
estudiar. De la generación que, todavía hoy, descubre amigos, que aprende de sus amigos. Que es capaz de todo, treinta y muchos años después.
Que es capaz de dejarse llevar a la felicidad sin poner trabas, sin condiciones ni postureos, los que se niegan a envejecer
A los que la musica les atrapa en sus redes y no los suelta. Los capaces de reconocer una canción con las cuatro primeras notas. A los que esa misma canción les corta la respiración. Los que son capaces de enamorarse de nuevo, sin sonrojarse, sin que la edad sea un problema.
Soy de aquéllos que vienen de los tiempos que dejaron un reguero de muerte, drogas, delincuencia, no fue fácil, nunca fue fácil, esa época, que muchos subestiman y algunos admiran como una época dorada, ni lo uno, ni lo otro.
Época de reubicaciones, de política parlamentaria, de fachas, de verdaderos golpes de estado, de grises, todavía, de porras de acero, de protestas por la subida del pan, del transporte, de volver a casa con algún morado que otro y algun llanto que otro. Tiempos de ejercito a la fuerza. De militares franquistas. De tiros en la nuca. De dos cadenas de televisión. De nada y de todo.
Eran tiempos, esos tiempos de los cuales procedo, tiempos que forjaron mi vida, mi forma de ser, mi cultura y mi educación.
Mi apreciación actual de la vida, procede de aquellos bellos y duros años, de los cuales, estoy orgulloso de haber vivido y sobrevivido, por que, repito, fue bello, natural, impactante, revolucionario, pero también fue duro, muy duro.
De allí vengo y muchos conmigo.
De alli soy.
©Javier Sanchez 2019