Que tenga esas ganas de encontrarte.

Enamórate de un hombre. Que entre sus amigos brinde a tu nombre. Que te vea llorando y no se espante. Que te vea luchando y no se asombre.

Enamórate de un hombre. Que sea tierno y se ponga fuerte para cuidarte. Que no se gaste en juzgarte, ni se atrase en conocerte.

Enamórate de un hombre. Que te enseñe al hablarte y que aprenda al escucharte. Que pueda vivir sin vos y que se muera por verte. Que no para de quererte, que no deje de extrañarte. Que al volar, no sepa atarte ni pueda soltarte.

Enamórate de un hombre. Que se sienta hombre sin ser machista. Que no se vuelva egoísta. Que te quiera de novela aunque no tenga un cuerpo de revista. Que te abrace en la tormenta y resista.

Enamórate de un hombre. Que se ponga hermoso al mirarte. Que tenga amor para darte. Que venga con poesías para conquistarte, que venga con besos para despertarte.

Enamórate de un hombre. Que tenga estas ganas de encontrarte.

Autor:
Nicolás Andreoli

Texto de Sandra Pujol

INTERESANTISIMO texto de Sandra Pujol

Si observamos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene entre cincuenta y setenta años.

A este grupo pertenece una generación que ha echado fuera del idioma la palabra «envejecer», porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales la posibilidad de hacerlo.

Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la «adolescencia», que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.

Este nuevo grupo humano que hoy ronda los cincuenta, sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria.

Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas al concepto del trabajo.

Lejos de las tristes oficinas, muchos de ellos buscaron y encontraron hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganan la vida con eso.

Supuestamente debe ser por esto que se sienten plenos; algunos ni sueñan con jubilarse.

Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale ver el mar con la mente.

Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de «cincuenta, sesenta o setenta»», hombres y mujeres, maneja la computadora como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail o un whatsapp.

Hoy la gente de 50 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 50, 60 y 70 de hoy celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…hacen planes con su propia vida, no con la de los demás. Quizás por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI. La juventud se lleva por dentro.

La diferencia entre un niño y un adulto; simplemente es el precio de sus juguetes.

Autora.

Sandra Pujol

Julio de 2019

Caribeño son

La lucidez poético política de KOBO73

kobo73

Los problemáticos problemas

se ocultan en el ataúd de la cleptocracia.

Un caribeño son de merengue negro

menea a los esbirros del rey,

mientras degollan

cabezas pensantes en las mamadas

al falo monárquico, esdrújulo, lúdico.

Cuatro forasteros de mosqueteros,

en prime time discuten cúbicos

quién hace de d’Artagnan,

quien se folla

a la Ley y el Orden de bíblico verso,

quien hace de gañán, pajillero de Twitter,

quien de Porthos salvabanderas.

Mentiras de Apocalipsis, armas de líder

en manos bufonas, juramentos de mierda,

tahúres apostando nuestras vidas de enero

con el alba del planeta. Ahogados

en sus caminar de cabeza por el fango

sonreímos. Hasta la treta

de los ases en las mangas

permitimos, crédulos

porque vivir con esperanza

da a los muertos mucho vértigo.

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