Capítulo 1 (ya lo he puesto en el título, pero bueno, para los despistados)
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He dormido mal, unas pesadillas espantosas. Así son ellas, las pesadillas, espantosas, las pesadillas, he entrado en bucle. Salgo.
Soñaba que era millonario, millonario y gilipollas. Mi papá me dijo que todo iba junto, millonario y gilipollas. Y yo lo era, en la pesadilla, en la vida real no soy millonario. Pues oye que espanto, no podía salir de mi mansión de 6900 metros cuadrados, jardín enorme, con su propio microclima, piscina de esas que se llaman Infinity, vamos que estaba sin acabar por un lado y se sale todo el agua, pero como el ser humano es gilipollas, le han puesto Infinity. Tenia mayordomo y menordomo. Que eran un espanto, siempre me decían, ¿quiere algo el señor? Una y otra vez, ellos preguntan y yo contesto que no, que me dejarán tranquilo, que ya iría yo a la nevera. Luego es que no había nevera, en la cocina había un súper. No se, algo rarísimo.
Pues oye que me he despertado de sopetón, (que no se lo que es pero suena a susto o a guantazo, otros dicen que significa de repente o así,) en mi habitación de 16 metros cuadrados, en mi colchón de lana y mi edredón nórdico de IKEA, lo de nórdico un eufemismo, pues está hecho en Talavera de la Reina, que no está para el norte, más bien p’abajo.
Me he levantado y me he dirigido al balcón, oye un silencio acojonante, surrealista, es que es Barcelona, y eso en esta ciudad es anormal. Asusta ese silencio. Pero vamos que me sentía bien, y me he desperezado a lo bestia.
-uahhhhhhaaaahh!!!!.
Desperezandome que casi me parto por la mitad. Y otro
– uaaaaaaaahhagahahaggg!!!
Oye que he tosido y todo del grito que he pegado. Y de pronto se oye un…
– Calla imbécil, que son las seis de la mañana!!! Y vístete guarro.
Ostias!! Esto en Barcelona es sorprendente, que te desperezes y alguien te mandé callar, joder es que parece que estoy en el pueblo, por el silencio que hay, que de veras es alucinante.
Pues eso, despues de pedir disculpas al borde, me he dado cuenta que voy como Brian, en «La vida de Brian», sin corbata inferior. Con todo el tema a la intemperie. Joder que verguenza.
Me he preparado el desayuno, un desayuno mediterráneo. Unas morcillas de Burgos y dos huevos fritos, viendo un documental de la Costa Brava, Girona, oye más mediterráneo imposible.
Esto del confinamiento es la leche, ahora me hace ilusión bajar la basura (no me lo puedo creer lo que pasa por mi cerebro agujereado), he generado mucha basura, he tirado, las fotos de la boda, todas las fotos donde sale mi suegra, vestidos de mi ex y una caja de condones (pa que los voy a guardar) y ya tengo una bolsa, por si me para la poli. Y oye, que estoy hasta nervioso, oye, que no sé qué ponerme para el evento. Mira, voy a ponerme mi traje del Emidio Tucci y unas gotitas de colonia, agua fresca de Hacendado y hala! A tirar la basura y a comprar al súper. Dicho y hecho.
Bajando las escaleras cantando a grito pelao una ranchera romántica «Highway to hell», de ACDC, famosos trovadores mejicanos, tengo todos sus discos. La gente estúpida gritándome que me calle, joder que vecinos que tengo. Que borderio más impenitente.
Salgo a la calle, un fresco aire entra en mis pulmones, y he tosido, demasiado puro, y me he intoxicado de oxígeno. Joder, un tío que venía hacia mi, vestido de astronauta, ha echado a correr, gritando como un loco
– aaaaaahhhhhgg.
– ehhhhh tío!! ¿Que te pasa?
Yo también he echado a correr, mirando atrás y pensando, ¿Que pasa, que pasa, que le pasa a este gilipollas y porque corro yo, si no hay nadie en la calle?.
Me he detenido en la esquina, no por nada especial, es porque me estaba ahogando, tengo poco fondo. El tío todavía iba corriendo, ya lejos y estaba echando algo con un spray y gritando. Se habrá tirado un pedo o algo así, que imbécil, como te tiras un pedo,m con ese traje. A mí me pasó eso un día en el metro, lo del pedo, lo del traje no. Pues sucedió que tenía retortijones, y me estaba aguantando mucho… un pedo peligroso. Ya tenía la cabeza como un buda cabrao, y ya no pude mas, eche un vistazo a la gente que había a mi alrededor, sabía que muchos iban a morir en la inhalación colectiva de mi veneno culero y quería grabar su semblante en mi mente (joder que bien escribo). Y…. salió…. de los silenciosos, de los peores que existen en la tierra.
Tardó exactamente tres segundos en dispersarse, yo hice lo que se hace siempre, bajar la cabeza. La primera víctima fue una señora de mediana edad (nunca he entendido lo de la mediana edad, si tienes 59 los tienes, no es la media de nada, no se, eso creo), el pelo se le puso blanco y empezó a llorar y hacer aspavientos, como si espantara un enjambre de abejas.
– Joder, joder pero que pasa que es estooooooo, por dios que me ahogo!!!!
Espeto la señora entre terribles sufrimientos.
Al lado había un joven con una chilaba naranja de estas raras, con sadalias y calcetines, el pelo rizado y canturreando mantras raros y sonriendo hasta a los carteles.
Comenzo a tocarse los ojos y el pelo comenzó a ponersele lacio, pobrecillo, se ahogaba. Bueno no me extiendo, que me echaron del metro, gente con pañuelos en la boca y maldiciendome de por vida, hasta tenían sujeta a una señora mayor que me quería pegar.
– Sujetadme que lo mato, que yo tengo asma y casi me ahogo. Cabrón!!!
Que verguenza la vieja, que mal hablaba.
Pues nada en dirección al súper, la Vía Augusta estaba desierta, solo la luz de la farmacia y del super. Entre en el super, es un pequeño super regentado por un Hindú o paquistaní o no se, de aquí no es.
Dentro ya del super, saludé al encargado
-buenos dias!!!!
– Bonos deisas
Sonreí, joder este chico cada día habla peor, antes hablaba mejor. Te decía buenos días, buenas tardes, como estás tú, etc pero bien. Y ahora no sé qué le pasa. O se ha mordido la lengua o le ha dado un ictus en toda la cabeza.
Me limpié las manos, me puse los guantes y hala, para adentro. Dentro había unas diez personas, los madrugadores del barrio. Iba a comprar poco, unas patatas, bacon, huevos y verdura. Y para beber algo ligero, ginebra, whisky y alguna Cocacola, es que lo estoy dejando, lo de la Cocacola. Me encontré a mi vecino, «el ojeras», del cuarto B. Un pesado que te mueres, intente esquivarlo pero en dos pasillos es imposible esconderse. Y… Me vio.
– Hombre Javiel (si con L, el atontao me llama así), que tal como va, comprando ¿no?
– Hola oje.. Kevin ( sisisisi, se llama Kevin Rodríguez Losada, manda cojones), pues si comprando, es lo que hay.
Seguira en capítulo 2