Ya lo decía Shakespeare, en su película,
“LAS ROSAS HUELEN BIEN, PERO PINCHAN QUE TE CAGAS”:
«Vintage or non-vintage, here’s the problem.»
Él si que vestía vintage. O antiguo. O como se quiera que se defina ahora las cosas viejas. Ahora a cualquier mierda que se encuentran en un container la catalogan como vintage. Es como las películas esas en blanco y negro que se les llama obras maestras. Porque, ¿porque están hechas en blanco y negro y tienen más años que la fuente de mi pueblo?. Pero si algunas son una pesadez, son de tarde de sábado y siesta de perdida de conocimiento. Pues no. No debe de ser así. O asin. (“asin”, que la RAEL, en un alarde de soporífero aburrimiento del titular de la letra A, dio el bonito palabro como bueno)
A lo que vamos, entre lo vintage y «yo es que soy muy ecléctico» (Que por cierto parece el nombre de una enfermedad mental) estoy hasta el mismísimo.
Ecléctico es un adjetivo de tipo calificativo que utiliza para hacer referencia a situaciones, fenómenos o personalidades que se caracterizan por tener elementos o rasgos muy distintos entre sí, sin que esto llegue a ser un problema o una patología sino más bien como una manera de combinar rasgos diversos y amplios.
Manda cojones con la definición que ahora esta de moda. Ejemplo practico:
– Es un plato de lentejas muy ecléctico. Porque las lentejas el chorizo y la morcilla de Burgos, buenísimas donde las haya, no tienen nada que ver, bueno el chorizo y la morcilla si, pero con las lentejas no. También pasa con el bocadillo de tofu ahumado.
Pero de lo ecléctico ya hablaremos otro día. Puede que hoy, ya veremos como se desarrolla este texto. Y las ganas que tenga. Es que soy muy ecléctico cuando escribo. (vago)
Estábamos hablando de lo Vintage. Estaba, y estoy harto de oír a mis amigos súper mega puestos y todos súper fashion de la muerte, que, es ver un puto sifón y decir.
-Me caigo muerta o muerto, que vintage…!!!!, que colorido y que …. esto o aquello, (es que no se me ocurre mas sandeces)
Pero vamos a ver individuo/a, si es un puto sifón, que no sabes ni para que sirve. Y si lo sabes, por aquella de las casualidades divinas, pues lo entiendo menos, porque es que es feo, un sifón es feo de cojones, una botella con un caparazón de plástico de color verde antiguo o amarillo gastado y un tapón extraño que parece un pene en horas bajas. Es feo, jolín (es por no poner joder).
Y no me digas,
– Huy que bueno esta, es como el agua con gas…. El sifón me encantaaaaa.
– Perdona querido fashion tonto la haba, el sifón es el aparato, lo de dentro, si, se parece a agua con gas, de hecho es agua con gas y hay que saber dominarlo, porque te puedes poner perdido de agua con gas, tú y los que pululen a tu alrededor, probadlo por gusto, darle a la palanquita mas fuerte de lo preciso y saltara por todos los sitios… divertidísimo.
A mi me gusta ver las antigüedades, en los mercadillos, lo que no me gusta es catalogarlas de vintage. Ahora resulta que todo es vintage. Pero ¿Por qué? ¿Por qué tienen más de 50 años? Pues por esa premisa, (me encanta esta palabra) yo, soy vintage. Me impregnare de marrón y un poco de betún de Judea y ya soy super vintage de la muerte. Para antigüedades, mi suegra and mi suegro y no son vintages, los probres son mayores. Manda cojones que sociedad mas extraña.
En los mercadillos se ven cosas bonitas, que tienen su noseque que queseyo,
Candelabros de esos de bronce, de los que llevaba Drácula cuando paseaba por su castillo El Castillo de Ampudia, en Palencia, (por cierto digno de ver, estuve hace unos meses… perdón es que se me va la olla), radios antiguas, aquellas con dos mandos, el del volumen, para distorsionar y que no se entienda nada y el que da vueltas, para el dial, de color rojo, este último es el que localizaba las emisoras, según la pegatina, de todos los lugares del mundo, aunque luego solo pillabas Radio Nacional de España, mi madre lo ponía siempre. Recorrías todo el dial y solo salía esa. Era muy divertido. Ahora vintage. O la emisora marítima, que nunca se localizaba nada. ¿Veis como soy vintage?
También hay cuadros de ni se sabe quién, pero si se sabe, que, algunos, dan realmente miedo, sillones de colores mortecinos o de cuero, no aptos para el verano, por que si te sientas un rato, con poca ropa, corres el peligro de dejarte la piel al levantarte, o morir deshidratado. Mi tío abuelo murió en un sofá de esos, le dio un infarto en todo el corazón. Fulminado, se murió el pobre. Es que se llamaba así, Fulminado. Raro, si, pero así se llamaba.
También tenemos la rama derivada, Art Deco, que por cierto, se solapa con lo vintage en algunos trastos viejos, manda cojones. Esta, el Art Deco, es la vertiente súper artística de toda la mierda que no quiere nadie de casa de los yayos y que data de los cincuenta, sesenta, setenta más o menos. Década arriba, década abajo. Lámparas espantosas de colores rojos, verde fosforero, sillas que no hay cojones a sentarse, y si te sientas, ahí te quedas, dos o tres días.
Barras de bar, para casa, que ahora las ponen en los bares de carretera. Yo he visto una de esas en casa de un amigo. Y me la vendía como algo súper increíble art deco/vintage. Yo pensaba si, de la casa “Decomenage, abierto las 24h” de la carretera de Andalucía.
Cuadros que no hay quien los entienda. De cuatro brochazos y un punto. Titulado como te salga de allí. De esos que hay en las exposiciones de mucho arte, o eso dicen. De cuadros extraños, que parecen lo que no son, por que la verdad es que no se lo que son. Prueba evidente es que debajo le ponen un titulo y a lado el precio. El titulo es para que “mas o menos” se sepa de que va y el precio, es para que te vayas directamente a la casilla de salida. A mi me pasó en una exposición de un amigo “pintor”. Le tengo mucho cariño y respeto, pero es que no entiendo nada de su arte. Fuí a su exposición, todo lleno de intelectuales del arte e inversores en arte y pasmaos como yo, en arte. Me pasee como hacían todos, parándome en cada cuadro, y mirando pensativo fijamente, hasta hubo uno que me maree y todo. Siete copas de cava que me pimple entre cuadro y cuadro, y llegue a uno curioso, era como una lamina gris, pequeña, con un marco blanco, pero vamos era todo gris a excepción del marco, y como no ponía nada, pues le puse el titulo yo, esto se llamara “Tormenta”, por lo de lo gris. Y me quede tan pancho, hasta que vino Juan, el pintor.
-Que Javi, que te ha gustado
-Todo muy bonito, raro, pero bonito. El que más me gusta es este gris…que, por cierto, no le has puesto nombre, yo le he puesto “tormenta”, ¿Qué te parece?
-Joder Javier si eso es el cuadro de diferenciales. Anda vete para la otra esquina y no digas nada a nadie eh?. No hables con nadie, que lleve reloj de oro, ni gafas de pasta, ni vaya rodeado de gente.
Que vergüenza y quiero el tierra trágame, y mastícame, y escúpeme en una catarata. Que ridículo mas clamoroso.
A mi me pasan mucho estas cosas, mira oye todo no se puede tener, ser guapo y culto, pues va a ser que no. Con mi ex novia Laura me paso. Solo un detallito, otro día os contare mi vida con Laura.
Me llevo (arrastras) a una exposición de arte, también de arte, si, y ya allí y después de pagar 30 pavos para entrar, nada que cuarenta minutos viendo cosas extrañas, hierros torcidos y hasta una lavadora funcionando, en una esquina, debajo de un cuadro de la Gioconda, en blanco y negro, ¡¡y con ropa dentro y todo!!!, me refiero a la lavadora, no al cuadro. Yo ya estaba mas agobiado que un submarinista en Toledo, llego un momento que Laura se cabreo, mea culpa, la verdad, a toro pasado, mea culpa. Es que me aburría y me paraba delante de todas las cosas extrañas y me daba la risa en cada una de ellas. Laura se cabreo porque me conoce bien, sabe que cuando me rio solo, es que algo en mi cabeza no funciona, (tampoco es que me funcione mucho pero…) y oye, que le dije, con la gracia que me caracteriza, que…
– Oye Laura cariño, porque no venimos cuando terminen las obras, es que está todo patas arriba…. – y me reí un poco, pero solo un poco, así con la mano en la boca, pensaba que le haría gracia mi humor ácido e ingenioso.-
Madre del amor hermoso “El Apocalipsis según Santa Laura, versículo 20.27”. Me lanzo una mirada asesina que casi me desmayo….
– Que poca cultura tienes hijo…de verdad, eres más simple que el mecanismo de una cuchara, menos mal que te quiero. Eso te salva.
Y me dio un beso!!! No es un encanto? Y que paciencia que tiene con este paleto. Nada, a callar, me comí todas las salas de estropicios y chatarra. Dos horas mas mirando estatuas y esculturas de escultor manco. Un trago malo, pero Laura se lo pasó de miedo, joder le sacaba punta a todo. A todo le encontraba algo y yo asentía y ponía interés, pero oye que no lo pillo. Pues termine mirándola a ella solo. Soy un reumático, digo romántico
Retomemos, (ánimo que ya acabo) también encuentras miles de versiones de la lata de fabada de Andy Warhol, si, si, porque en inicio era una lata de fabada, un secreto que me contó poco antes de fallecer de muerte, el hombre raro ese. Y una serie de gilipolleces, que, en si, no lo serían sino las bautizáramos con anglicismos gilipollas. Serían los trastos de los yayos.
Es que, esto del vintage y el art deco, en la humilde opinión de quien os escribe, que soy abogado, licenciado en filosofía y letras y tornero fresador, es que la real definición es…. que es ANTIGUO!!!, es AN-TI-GUOOOOOOO!!!, es lo de los papas o los yayos. Joder, que hasta hace bien poco se vendía en los mercadillos de cosas viejas, por Pepe «el ojolindo» y Antoñito «el carapapa». Y todo en el Rastro, en Madrid o en Los Encantes en Barcelona, o en cualquier mercadillo de todo el mundo mundial y a menos de la mitad de lo que ahora lo venden. Y con naturalidad. Con las manos llenas de mierda y regateando. Cómo mandan los cánones.
Como nos aburrimos oye.
© Javier Sánchez 2019