Lázaro, la que lió.

En el interior de la tumba vacía del muerto revivido y fugado Lázaro de Betania, estaban los del C.S.I. de Betania, que estaban recogiendo huellas, echando luminolus para ver si había sangre, recopilando imágenes de la escena en piedra y cosas de esas que hacían los maderos de las centurias del C.S.I.

En la puerta estaban de vigilantes tres soldados romanos. Leandro Coloquius, el soldado, Dominis Situs, el sargento de la guardia y Eduardo Silencius, otro soldado, este último era mudo. Estaban de cháchara para pasar el rato (Silencius, no) , pues las guardias en aquella época de resucitaciones eran muy aburridas pues los CSI se volvían locos buscando rastros y tardaban una eternidad. Aunque según decían tardaban más en entrar pues se tenían que poner los trajes EPI y con los cascos con la escoba en la cabeza era muy complicado. Eso decía la prensa local que atendía todas las resucitaciones. Un periódico llamado ABC. Hay que tener en cuanta que los CSI nunca solucionaron ningún caso de estos de las resucitaciones.

Los tres soldados estaban sentados en la piedra que había tapado la tumba tomando unos vinos que habian traído, en previsión del largo rato que les esperaba, de la taberna de la ciudad de Betania.

– Pues si Coloquius, que me dijeron que el Lázaro ese, que la palmó el otro día, se levantó y andó. Oye y que no sabemos dónde está el tío.
– Será que anduvo Situs.
-¿Qué?
-El pretérito perfecto simple acaba en uvo.
– ¿Que? Entonces es que ¿Se levantuvo y anduvo?
-No, no, no, no. No me has entendido, que digo que se dice anduvo no andó.
– ¿Que andó? ¿Sin levantarse ni nada? Que dices, como mucho haría la croqueta y se caería de la mesa esa de los muertos ¿No?
– Que noooo que… Que se dice que anduvo no que andó.
– Que te equivocas que si que andó y se piró. Hasta la fecha.
– Por todos los dioses dame fuerzas que le meto…
-¿Ya te vas? No hemos terminado la guardia
– Vetalamierda
– Será vete a la mierdauvo no?
– Silencius, cojeme que lo mato, cojeme.
– Será cojemuvo que lo matuvo. ¿No? No sabes hablar romano sargento.

Silencius sujetaba a Situs pues llevaba la espada y la lanza, to colorao él.

Pasado el tiempo se comentaba por los alrededores de Betania que un sargento romano, un tal Situs, se escapaba del manicomio e iba corriendo por las calles de la ciudad diciendo que quería matar a un tal Coloquius y que una noche falleció atropellado por una cuadriga de un tal Ben-Hur que se saltó un stop en una rotonda a las afueras de la ciudad. A todo esto, no se sabe nada de donde está el tal Lázaro.

Vaya tela con los romanos.


© Javier Sánchez noviembre de 2023

Aquella cena

Aquella noche eran quince, contando con Jesús y los dos camareros. Jesús quería una cena informal, algo como un picoteo, una papas bravas, unos vinitos y ya está. Pero uno de sus mejores amigos le dijo que tenía 30 monedas de plata que había conseguido en un bissnes y que él pagaba la mitad de la cena. A Jesús le pareció estupendo pues no andaba muy cargado de cash, vamos que estaba pelao y le iba fatal invitar a todos aquellos hombres que le querían tanto. Cuando estaban todos aposentados les trajeron la carta del menú del tabernum. Y como Jesús los conocía, sabiendo la que se podía liar, trato de adelantarse y leerles la carta del menu:

– A ver por favor callaos un momento y no grites tanto que nos van a pillar los romanos. Callaos un poquito de por favor que os voy a leer el menú.
– Yo quiero tortilla de gambas.
– A a ver Santiago, es un menú no es una carta, dejadme que os la lea por favor.
– Yo pan con tomate y jamón de jabugo. – dijo Tomás.
– Madre mía – dijo Jesús – ¿Os quereis callar un momento? A ver de primero hay Tostadas con embutido de la comarca… De segundo…
– ¿El pan es sin gluten?- Dijo Pablo.
– Oyes Jasús pues yo soy vegetariano – comento Lucas.
– Madre del amor hermoso – dijo Jesús- ¡¡Os queréis callar!! Que aquí cierran a las 10 y son las 8, ya verás como no echan como siempre. Sigo…
De segundo tenemos pescado del río…
– ¿Ya se ha mirado si tiene anisakis?
– ¿Y la prueba de si tiene mercurio? Que luego se muere la gente y no sabemos de qué.
– Yo soy alérgico a las sardinas.
– Oye mirad, que os den la carta del menú y apañaos con Asimov el camarero, me tenéis hasta los hue…

Después de calmar los mares y que cada uno pidiera al camarero veinte veces productos que no tenía se distendio la cena.

En un momento dado, después de un largo discurso Jesús les dijo, en broma para levantar un poco el ánimo.
+ Y ahora, voy a hacer un milagro, voy a convertir el agua en vino.
– Oyes Jesu pues el mío con casera.
– Yo con limónada pero que sea de Fanta.
-Yo no bebo, ¿hay cocacola o agua de Vichi?
-¿El vino que será tinto o blanco?
-¿Oyesme, qué no hay cerveza?
– ¡Échale canela, verás que puntazo! mano de santo.
-¿No hay ná de picoteo antes? Es que luego cojo la cuadriga y están los picoletum por los senderos.

A mi me iba a dar algo y pensaba para mis adentros interiores:
¿Estos son los que van a predicar mi palabra? Por favor, ayúdame padre, son buena gente pero es que me quitan la vida de verdad, no puedo con  ellos.

Al final de la cena, Jesús tuvo que pagar los 120 sestercios que costaba la cena pues su amigo Judas se había pintado antes de acabar con la excusa de que tenía que ir al súper a comprar papel higiénico. Fue la última cena de los trece amigos.

© Javier Sánchez enero de 2023

Ríete con, no te rías de.

Los «números» romanos.

Los romanos, los de ahora no, los de antes, los que llevaban las sábanas y los soldados llevaban cascos con cepillos de escoba en la cabeza. Los romanos eran grandes inventores, gente de orden que hablaban en latín, que manda cojones con lo difícil que es… y raro, con las declinaciones y la inclinaciones esas.
Los romanos eran, casi todos, unas personas que parecían buena gente pero realmente eran unos pedazo de cabronazos de mucho cuidado, arrasaron medio mundo, crucificaban a la gente, les pegaban latigazos y si te llamabas Jesús o Josué lo llevabas claro, siempre peleando, invadiendo, robando. Pero tenían grandes pensadores, emperadores, inventaron las fiestas toga, cascos de guerra que servían para barrer después todo el estropicio, vamos como los contratistas de ahora que destrozan un país y luego lo arreglan, pagando los del país claro. También inventaron acueductos, no sé muchas cosas que ahora no caigo.

También inventaron una forma de enumerar las cosas.
Ya sabéis I II III IV V VI VII VIII IX X
¿Curioso verdad? Hay más, está la C, la D, la M, la L, pero vamos, iremos a lo básico
¿Curioso verdad? Perdón que eso ya lo he escrito.

Según estudios recientes de la University of Cuenca el origen de esto de los números que se escribían con letras viene de una taberna que había en la ciudad de Emérita Augusta, ahora la preciosa Mérida, en Mérida no he estado nunca pero en el Google Maps salen una fotos preciosas. Es por eso que digo que es preciosa.
La taberna se llamaba «La tabernum de Baco», no se escojonaron con el nombre pero era la más famosa del barrio de Monte Gladiator Crown de Roma. Allí iban todos los currelas de las fábricas de los polígonos industriales de la Roma imperial. Siempre había gente pues servían menús a 2 sestercios, incluido postre, café y copa. Hasta los senadores iban allí, pues el restaurante del Senado era bastante más caro.

Pues la mencionada taberna estaba situada la lado de una serrería en la cual cortaban madera para hacer flechas, lanzas, palillos, muñecas matrioskas y también para la fabricación de muebles para la empresa IQUEUM, una gran tienda de muebles que abrieron unos vikingos y se fueron sin pagar. Según los entendidos dependiente de un holding llamado «IQUEUM IMPERATOR AVE CAESAR S.A.» que daba trabajo a unos quinientos esclavos. Como ahora Zara y esas empresas grandes, pero sin nóminas.

Los empleados de la serrería acostumbraban a ir a la taberna de Baco a recoger comida «take a way» o tomar algunas copas. El problema es que a muchos de ellos les faltaban, debido a su trabajo en la serreria, dedos de las manos, muchos de ambas manos y para pedir las cosas todo iba bien hasta que pasaban de cinco cosas o el que pedía tenía menos dedos en las manos que un delfín.

Por lo normal entraba uno de los obreros y mientras se pedía, una, dos, tres o cuatro cervezas, o cubatas, hasta ahí todo iba bien, lo malo es cuando pasaban a cinco o más de cinco o el obrero tenía una cantidad inferior de dedos a lo que se pedía. Fue entonces cuando el encargado, el supuestamente más listo, ideo el pedido con letras si el mismo era superior a 5. Me estoy liando con la historia, es que me la ha contado mi cuñado José Pepe de la Iglesia que es ebanista en Tánger. Bueno pues si era el pedido de 5 y el obrero no tenía los 5 dedos, tenía que indicar con una V, que significaba cinco, por qué él encargado lo había decidido así, el encargado se llama a Adolfum Hitlum y según los obreros era un poco cabronazo de mierda. Bueno pues si era más de 5 pues era la V más un dedo y así consecutivamente hasta los diez que se hacía con una equis. Se suponía que el obrero debería de tener como mínimo dos dedos para apañarse con el pedido. Bueno era muy complicado pero fueron saliendo del problema durante muchos siglos hasta que vinieron los árabes e introdujeron los números tal y como los conocemos en la actualidad, que se lo copiaron a los Hindues. El inventor fue Mjahrishi Rjadisshamgaritorisha Pu, famoso matemático que no podía ejercer su profesión por que los números no existían e hizo lo que le salió de los cojines y así los diseño. Tal cual los conocemos hoy. Pero solo del 1 al 10, posteriormente se juntaron más números hasta que los lamas, que son de otro país, se decidieron a contar números y que pasado unos años dijeron que aquello era un aburrimiento y un desespero porque no se acababa nunca y ellos tenía mucho que hacer y lo dejaron para hacer mandalas.

Todo esto sucedió a mediados del siglo V (veis como sirven los números romanos?) por la tarde.

Y esta es la preciosa que a la par que curiosa de cómo se inventaron la forma de contar de los romanos. Es una gilipollez de historia, pero me aburro cosa mala y se me ha ocurrido en un rato largo que he estado en el baño.



Con cariño, pero poco.
© Javier Sánchez diciembre de 2022

Los documentos de Sinai

Moisés posando para la revista «Sinai Today.»

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Actualmente, muchas personas, cuando escriben el número siete lo hacen utilizando una barra horizontal en la mitad de la cifra.

Casi todas tipografías lo han hecho desaparecer, como puedes ver pulsando la tecla del teclado de tu ordenador, móvil, tablet, máquina de escribir, etc…: 7.

Pero, ¿ Se sabe por qué ha sobrevivido esta barra hasta nuestros días ?
¿Por qué se sigue escribiendo el siete con la rayita en medio ?

Empecemos :

Numerosas universidades del mundo mundial, como Yale, Oxford, Lacoste, Dolce & Gavanna y Coscojuela University Secret Society, han hecho estudios relacionados con el tema que nos ocupa. Sobre todo basados en el descubrimiento, en el año 2000, de unos documentos encontrados al pie del monte Sinai, Egipto.

Que ya tiene cojones con los problemas que hay, que gastar la pasta en esta gilipollez. Opinión personal que no va a ningún sitio, pero bueno, el que escribe soy yo y pongo lo que me da la gana. Y me limito a informar a la concurrencia.

Los papeles estaban envueltos en una bolsa de piel de vacuno. Y muy bien conservados bajo la arena, más de dos mil años, ocultos a la humanidad. Se atribuyen a una escritura de un discípulo, o amigo de Moisés, el de las tablas de los mandamientos. Un tal T. Capote.

Este es el asombroso resumen del relato escrito en arameo o alguna lengua parecida.

Pues bien, hay que remontarse muchos siglos atrás, a los tiempos bíblicos de la biblia. Dos mil y pico de años atrás o más

Cuando Moisés estaba en en la cima del Monte Sinaí, y allí le fueron dictados los 15 mandamientos en las tres tablas iniciales, si 15 en 3 tablas, grabadas en piedra. Que Moisés le dijo a Dios.

– Habría sido un detallazo que las hicieras en madera. Oh Dios mío.!!
– (eco) No tenía madera Moisés, he bajado a la bodeguilla y no quedaba más que serrín.
– Algo habría no?
– (eco) Que no coño!! Apañate con las de piedra.!!!

Pues eso, que Moisés tuvo que pillar a pulso las tablas y tirar monte abajo, claro que con el cansancio, el frio, el viento y lo jodido del camino , se le cayó una tabla y quedaron en 10 mandamientos. creo que mejor, por que a saber que se habría inventado el jefe en los otros cinco. No lo sabremos nunca.

Pues cuando llegó a los pies del monte, a parte de pensar:

– Joder vaya fiestuqui que se han montado estos cabrones y yo rompiéndome la crisma, oyendo voces en mi cabeza y viendo plantas ardiendo. Y eso que tomo prozac y tranquimacin.

En un momento dado se decidió a leer los 10 mandamientos que le quedaron al gentío que le estaba mirando, estos fueroncallando y le escucharon.

Uno a uno los fue leyendo y explicando a la plebe el significado, y la gente decía en cada uno:

– Vaaaleee !!!, Bueeeenoo !!!

Pero cuando llegó al siete, Moisés lee:
– Número Siete.
– No desearás a la mujer del prójimo.

Fue entonces cuando numerosas voces se alzaron gritando (sobre todo tíos). Se montó un pollo importante.

– Tacha el siete, tacha el siete…..!!

Y de ahí viene la famosa rayita. Moisés lo tachó, aunque esta claro también que Moisés no hizo ni puto caso y a posteriori lo mantuvo vigente, con escaso éxito.

Pero esta es la auténtica verdad sobre la famosa rayita. Según los documento y las elucubraciones de las universidades mencionadas. Yo no digo nada. Pa no liarla.

©Javier Sanchez 2018 D. C.