Esta mañana, en el bar de al lado de mi lugar de trabajo, un bar llamado «Casa Jacinto, Tapas, Bocadillos fríos y calientes, menús de la casa», estaba desayunando algo ligerito, unos callos con morcilla, dos madalenas de chocolate y crwma y un café, eso sí, con sacarina que tengo el azucar alto.
El bar de al lado de mi lugar de trabajo es un bar de los de siempre, primero que el el letrero de fachada pone «BAR», no pone nada de GASTROBAR, que parece el nombre de una enfermedad, tampoco pone, DELICATESEN Y MENU DEGUSTACION CASA MARNIER XX, ni cosas extrañas, simplemente es un BAR, antes taberna.
Terminando el desayuno, estaba de palique con el camarero Jorge, lo conozco hace más de 15 años, Jorge es un camarero de los auténticos, camisa blanca (eufemismo), pantalón negro (eufemismo) y con la capacidad innata de hablar con tres mesas a la vez.
El bar CASA JACINTO es un bar lleno de obreros y trabajadores sin cualificar como yo,, currelas auténticos, sin cosas extrañas, arreglando el país con lo que le han escuchado a su cuñao el pasado finde en el camping. Me encantan estos bares llenos de papelesn en el suelo, cabezas de gambas y algún que otro dedo con el anillo y todo, en los que el volumen de la música, la radio o la tele está muy alto y la gente habla más alto y el camarero habla más alto todavía que ninguno de los parroquianos.
– Un carajillo de coñac , dos croasanes, una copa de anís y un sol y sombra, todo junto que es para Juan el gruista que tiene prisa!!!!
– Oído!!!
– Venga niño que estás más desorientado que un subarista en 3l desierto….Comanda!! Un bocadillo de panceta con morro, lomo y pimientos del piquillo, una Cocacola zero y un cortado con sacarina para José Juan «El sacarina»
(Le llamamos el sacarina, es diabético)
– Oído!!
– Bocadillo de salchichas del país!!! Y no le pongas la servilleta encima cabrón que es para Joselu el de la ONCE. Que el otro día se comió la servilleta.
– Oído… Sin servilleta.
Estos follones que suceden sobre las 10.30 de la mañana son geniales, la vida sigue…
Pero de pronto ha hecho acto de presencia un espécimen extraño que se ha sentado a mi lado. Un imdividuo con una camisa confeccionada con papel higiénico reciclado (sin marcas escatológicas de nada), un macuto de saco de patatas que ponía en el logo «Patatas de Guadalajara, las mejores de Guadalajara», unos pantalones de ropa reciclada de las fundas de los asientos de coches, unas chanclas sin calcetines como las de Ben Hur, ya ves, en pleno Diciembre, que manda cojones y, eso sí, un Rolex de oro mazizo de siete mil euros y un todo terreno aparcado en doble fila en la puerta del bar, vamos el pavo estaba totalmente desubicado. Bueno pues, el muchacho se dirige al camarero, se supone que educadamente.
– Por favor, disculpame compañero ¿me puedes poner one orgánic coffe de las montañas de Java, de la ladera norte mejor, producido bajo cultivo sostenible, con un chorrito de soja of milk desnaturalizada tratada mediante aguas del río Nilo, endulzado todo ello con edulcorante de las Himalaya Muntains, al natural y sin procesar? Y ya que estás de pie sin hacer nada, ponme por favor un smoothie de ananás pasteurizado a low temperature y un muffin fat-free con pepitas de cacao colombiano, pero ojo, que sea puro y desgrasado. ¡Ah!, Y una muesli bar aderezada con quinoa, hazelnut y polvo marciano desnatado… Sin grumos porfavor.
Se hizo un peligroso silencio en el bar… Yo me acojoné… Sólo se escuchaba a la presentadora del telediario….
– …. Y todavía no se sabe quién es M.Rajoy, el juez dice en el auto que puede ser Manuel, María pero de ninguna manera Mariano y bla, bla bla…
–
El camarero, miró a su alrededor como pidiendo algo de comprensión o para que le sujetarán, el hombre con veinte años de profesión a sus espaldas morenas, con los tobillos hinchados como un elefante díabetico, palideció y sudaba como un cerdo con gripe aviar en una panadería y apretando el libreto de las comandas le dice al especimen:
– Mira …»compañero»… Aquí tenemos café de «casa Luisma», azúcar del Mercadona, sal del colmado de aquí al lado, magdalenas de la panadería, zumos de lo que quieras, pero para gente normal, vamos naranja, melocotón, piña (ananás no tenemos), no sé… Aunque, para ti, compañero, también tenemos hostiones in the middle of the face with the hand wide open to remove you toa la tontería que you tienes por todo el body, oyes. Ah! Y la leche de soja no existe.
– Ohhhh suena bien póngame dos. Sin gluten ¿Eh?
– Vamos que no me has escuchado nada de lo que te he dicho y si que va a sonar bien, si… ¿Te pongo luego otro más pa llevar? Más que nada por si te vas con frío por el camino en el coche ese de lucecitas y ruidos estridentes. El de los enfermos vamos.
Yo no daba crédito, tampoco lo doy a nadie, el dinero es mío y solo mío. Pero ese espécimen no era normal, no es que corriera peligro, nadie le iba a hacer nada. Pero estaba al borde de dejar de ser un ser humano y todavía no se había dado cuenta. Le dije:
-Mira oye, aquí solo hay cafés con leche, carajillos, bocadillos de jamón, mortadela, tortillas de antes de ayer y zumos de botella. No vas a encontrar nada de lo que buscas.
– Ah ok gracias compañero, es que pensaba que como es tan, tan, tan poco cool, que sería todo sostenible y de km 0. Y… Pero veo que esto es un nido de gente que come animales y bebe alcohol y…
– Mira, no sigas que al final te van a dar, si esta gente bebe, come animales y curran como cabrones. Mejor te vas al bar de la esquina, lo reconocerás porque en la puerta habrá una cola importante de samuráis con barba de chivo, moño y zapatos sin calcetines, en pleno invierno, todos hablando de la leche de apio y almendras y demás cosas extrañas que la fabrican para engañarnos a vosotros. Ve que allí estarás seguro.
– Gracias compañero… Voy hacia allí
– Ah y no cogas el tanque que tienes aparcado en la puerta para ir allí, que eso contamina como tres coches de la gente de aquí.
– El especimen salio rapidísimo del bar y se dirigió andando a la esquina, allí saludo a sus congéneres, sin tocarse claro y se puso a mirar al cielo, hablando con una chica que no le veía pues tenía un flequillo por la nariz.
En el bar se reanudó el ruido y todos siguieron a lo suyo. Ni un comentario, nada, solo el camarero se estaba tomando una tila y una copa de anís del mono, con manos temblorosas…
Madre mía qué cosas más raras.
© Javier Sánchez enero de 2024