
Un anciano llamado Takahama vivía en una casita detrás del cementerio del templo de Sozanji, él anciano era extremadamente amable y querido por sus vecinos, aunque la mayoría de ellos lo consideraban un poco loco, ya que su locura al parecer se basaba en el hecho de que nunca se había casado o tenido contacto íntimo con una mujer.
Un día de verano se puso muy enfermo, tan enfermo que envió en busca de su hermana y su hijo, ambos llegaron e hicieron todo lo posible para brindarle comodidad durante sus últimas horas, pero mientras observaban que cuando Takahama se quedaba dormido por el cansancio de su enfermedad, una gran mariposa blanca volaba por la habitación y se apoyaba en la almohada del anciano.
El hijo trató de alejarla, pero regresó tres veces, como si resisten a dejar al enfermo. Luego la mariposa perseguida por el niño se alejo el jardín y del jardin al cementerio, para posarse sobre la tumba de una mujer y luego desaparecer misteriosamente.
Al examinar la tumba del joven leyó el nombre de “Akiko” escrito en ella, junto con una descripción que narraba cómo había muerto cuando tenía dieciocho años y a pesar de que la tumba estaba cubierta de musgo ya que tenía cincuenta años, el muchacho observó que estaba rodeada de flores, aunque ya casi marchitas.
Cuando el joven regresó a la casa se encontró con que Takahama había fallecido, se dirigió a su madre y le contó lo que había visto en el cementerio, “Akiko?” murmuró su madre y le dijo:
– “Cuando tu tío era joven se iba a desposar con ella, pero Akiko murió poco antes de su boda, es por ello que tu tío, que quedó prendado de Akiko para siempre, nunca quiso casarse y decidió vivir siempre cerca de la tumba de su amor.
Durante todos estos años, tu tío, se había mantenido fiel a su voto, manteniendo en su corazón todos los dulces recuerdos de su único amor, por ello cada día fue al cementerio y oraba por su felicidad, dejando flores en su tumba, pero cuando enfermó y ya no podía realizar su tarea amorosa, fue cuando ocurrió este bello milagro. Akiko en forma de una preciosa mariposa blanca se hacia presente, cada dia, en su lecho para acompañarlo y ahora ya, han vuelto a reunirse para estar juntos por toda la eternidad.
Anónimo Japonés.
© Javier Sánchez septiembre de 2021