Aquella mañana, en el parque, había quedado con mi amigo Federico, una bella y soleada mañana de marzo. Hacia un año que Federico y yo no nos veíamos, solo por carta sabiamos el uno del otro. La distancia fortalece la amistad y Federico era amigo, un amigo de verdad, sé que es una redundancia el ser un amigo de verdad. Federico, hombre culto, amable y con un excelente sentido del humor, aunque quien no lo conociera íntimamente desconocía tal faceta. Y por alli venía, por el camino del parque, entre las flores, paseando tranquilo con una sonrisa en la boca, esa sonrisa que desarmaba a cualquiera, ya preparaba sus brazos para el abrazo alargando con ello su sonrisa.
– Querido amigo cómo estás, como va la vida, tiempos hace.
– Si, tiempos hace Federico, me alegro muchísimo de verte. Un abrazo amigo mío.
Federico me dio un abrazo como solo él sabía dar y me invitó a sentarnos en el banco.
– Sabes amigo mío anoche estaba muy nervioso y no habia manera de dormir. Tenía tantas ganas de verte…
– Aquí estoy y el mundo también, lo he traído conmigo.
– Ay amigo, este mundo que está dejando de soñar y solo piensa en militar.
– Si, Federico , así es…
– Mira amigo mío, cuando consegui dormir tuve un sueño y vinieron a mi sueño unas palabras que pulularon a través de mis sueños y se convirtió en algo como un pequeño poema. Solo son las primeras estrofas, escucha amigo:
El sueño va sobre el tiempo
Flotando como un velero
Flotando como un velero
Nadie puede abrir semillas
En el corazón del sueño
En el corazón del sueño.
– Suena a música Federico.
– No me digas amigo mío, aunque, bien pensado todos los poemas suenan a música y huelen a verbo.
– Así es Federico, así es. A música y a verbo.
© Javier Sánchez enero de 2023
Todo es esta vida es música, que vibra y vuela, y palabra que se hace verbo en la boca al ser entonada. Precioso.
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Mucha gracias Hanna
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